La falta de datos confiables complica cada vez más evaluar el mercado de trabajo en España. Según los datos oficiales disponibles, existe un total de 4 millones de parados registrados. No obstante, si utilizamos la metodología que usa Estados Unidos para evaluar la evolución laboral, encontraremos que el paro o el subempleo afecta a 6,8 millones de españoles, equivalente al 28,4% de la población activa.
En los datos oficiales no se considera a casi 1 millón de trabajadores afectados por ERTE, medio millón de autónomos en situación de cese, más de 400.000 demandantes de empleo con disponibilidad limitada, cerca de 300.000 parados que realizan cursos de formación, y la lista sigue.
Lo repetido por el gobierno de España, que todos los países europeos han salido golpeados de forma similar a España tras el estallido de la pandemia de COVID-19 es falto de rigor. Ni en lo referido a cifras de fallecidos, ni en lo tocante al número de empresas perdidas, ni en relación con el descenso de la producción económica es este el caso.
En cuanto al paro, incluso si obviamos todo el maquillaje que sufren las cifras y asumimos como fidedignas las oficiales, los números de España figuran entre los peores de Europa. El aumento del desempleo que ha vivido España durante el último año triplica el crecimiento medio en la UE-27.
SolamenteLituania presenta una cifra peor que la nuestra: su tasa de paro subió del 6,8% al 9,5%, es decir, 2,7 puntos, entre enero de 2020 y enero de 2021. En España, el aumento ha sido de 2,2 puntos, pero las cifras son mayores, puesto que pasamos del 14,2% al 16,4%. De igual manera, aunque Estonia o Suecia sufren aumentos cercanos a los 2 puntos, sus números son marcadamente mejores que los de España (sus tasas de paro suben del 4,9% al 6,8% y del 7,5% al 9,3%, respectivamente).