La llegada de los coches voladores está más cerca de lo que pensamos. Esta fantasía que el cine ha dibujado durante décadas como símbolo de la modernidad está dando sus pasos iniciales tanto en Europa como en Estados Unidos, con las primeras pruebas de vuelo superadas. Las fechas varían, pero se prevé que de aquí a 2025 estén en activo los primeros servicios de taxis voladores del mundo.
Uber lidera la carrera de los taxis voladores con un programa piloto en Nueva York desde este mes de julio, añadiendo Melbourne a Dallas y Los Ángeles como ciudades de pruebas a partir de 2020. Si bien este programa consiste en un helicóptero convencional, la idea es desarrollar los denominados eVTOL (vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje verticales, por sus siglas inglés).
Puesto que la seguridad es prioritaria, resulta evidente que las autoridades juegan un papel fundamental a la hora de permitir esta revolución: deben regular la apertura del cielo, diseñando un “sistema separado del sistema de tráfico aéreo”, en palabras de la secretaria de Transporte de Estados Unidos, Elaine Chao.
La pretensión de desatascar las infraestructuras terrestres de las grandes urbes se topa con las distintas regulaciones nacionales, que dificultan su implementación a escala. Es por eso que la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (EASA) ha lanzado la base fundamental de regulación destinada a permitir la operación segura de los VTOL, híbridos y eléctricos. El objetivo es “desarrollar los requerimientos técnicos adecuados para aprovechar las nuevas tecnologías de manera segura, aportando beneficios medioambientales a la comunidad”, de acuerdo con Patrick Ky, director ejecutivo de la EASA. La nueva regulación hace referencia a aeronaves con una configuración de asientos para nueve pasajeros como máximo y una masa máxima de despegue certificada de hasta 3.175 kilogramos.
Establecer un conjunto común de condiciones es una buena noticia para los fabricantes e inversores del mercado europeo, por lo que la EASA ya se ha comprometido con sus socios internacionales para trabajar conjuntamente en el desarrollo de estándares comunes.
Los objetivos de esta certificación persiguen proporcionar flexibilidad y dar a la industria una clara visibilidad de los objetivos para sus diseños. La condición especial de la EASA establece distintos objetivos y niveles de seguridad y podrá adaptarse en el futuro, por lo que la Agencia está trabajando con sus órganos consultivos para desarrollar normas o modificar las existentes, con el objetivo de ser más ágiles y adaptar el marco regulatorio actual a las nuevas tendencias y tecnologías aeronáuticas.