“Puede parecer inusual que una empresa solicite la regulación gubernamental de sus productos, pero hay muchos mercados donde la regulación reflexiva contribuye a una dinámica más saludable para los consumidores y productores por igual”.
Semejante reflexión la firma Brad Smith, presidente de Microsoft, en un artículo publicado en el blog oficial de la compañía fundada por Bill Gates titulado ‘Tecnología de reconocimiento facial: la necesidad de una regulación pública y una responsabilidad corporativa’.
A medida que se han ido produciendo avances y desarrollos tecnológicos de todo tipo se ha generado un inmediato debate sobre la necesidad de regular esos nuevos espacios, algo que en los últimos tiempo está teniendo especial incidencia en todo lo relacionado con la privacidad de los usuarios.
Un buen ejemplo de dicho debate es el surgido en torno a la aparición de los drones de uso doméstico; debate que toca numerosas aristas, desde el de la privacidad (son aparatos de muy reducido tamaño capaces de sobrevolar espacios privados y tomar impúnemente imágenes) hasta el de la seguridad (grupos terroristas los han usado para cometer atentados sometiéndolos a leves modificaciones).
En esta línea, el máximo responsable de Microsoft aboga por la necesidad de establecer un control sobre el potencial de una tecnología en pleno desarrollo cuya implantación se está generalizando y de cuyos riesgos no existe una conciencia generalizada. La mayoría de teléfonos móviles de última generación incorporan dicha tecnología y el frente que se abre es doble: por un lado el del acceso a las herramientas que permiten el reconocimiento facial, pero por otro el de la inmensa cantidad de datos generados a partir de dicho reconocimiento y cuya potencial usabilidad, como recuerda Smith, ni siquiera podemos llegar a concebir.
Una vez más, la regulación inteligente se impone como la mejor herramienta para facilitar la cohabitación necesaria entre desarrollo tecnológico y empresarial, y el respeto a los derechos y libertados de la ciudadanía.