Las principales ciudades de España se han llenado de ‘riders’, como se ha dado en denominar a los repartidores de comida que trabajan con Deliveroo, Glovo, Ubereats y Stuart. Sin embargo, como ocurre con todo lo que tiene que ver últimamente con la llamada economía colaborativa, la polémica ha rodeado a estos nuevos modelos de negocio, esta vez por la definición de la relación laboral que mantienen empresas y repartidores.
¿Empleados? ¿Autónomos? ¿Falsos autónomos? Hace tiempo que el conflicto se ha enconado y se ha trasladado al ámbito judicial. Algo que vuelve a poner de manifiesto la necesidad de abordar la regulación del sector y hacerlo de forma inteligente.
Recientemente, Darío Álvarez, director de Operaciones de Deliveroo en España, incidió en la necesidad de fijar una regulación. “Pedimos que haya unas leyes que se vayan adaptando a estos nuevos modelos (…) Queremos una regulación laboral que ampare a todo el mundo, no estar fuera de la ley“.
Álvarez hizo estas manifestaciones durante la presentación del informe La contribución económica de las plataformas de delivery en España. José Luis Zimmerman, director general de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), explicó en el mismo acto que el proyecto regulatorio ‘Para la Libertad de Elección del Futuro Profesional’ que se trabaja en Francia podría ser un modelo a seguir.
Se trata, explicó Sacha Michaud, de Glovo, de que la regulación se adapte a las características de los nuevos trabajos y por tanto entienda su “flexibilidad”. El cofundador de Glovo insistió en la necesidad de entender el amplio perfil de los repartidores y fijó el marco laboral en el que se mueven este tipo de compañías: “No competimos con el empleo fijo, somos un complemento a lo que existe y creo que siempre será así”.
Como ejemplo de ese carácter especial que explican estas empresas, algunas cifras que se recogen en el informe: el sector es responsable de 14.337 puestos de trabajo de toda la cadena de valor (comercio y restauración), aunque no todos son repartidores. De hecho, se estima que hay 20.000 en toda España, lo que equivaldría a 4.000 puestos de trabajo de 40 horas semanales. El problema a la hora de cuantificarlo, como explicaron en el acto, es que muchos de estos repartidores trabajan simultáneamente con distintas plataformas.