El Gobierno de Estados Unidos parece haberse situado a la cabeza de la OCDE en reformas regulatorias. La Orden Ejecutiva 13771, firmada el pasado año por el presidente Donald Trump, introdujo la obligación de retirar dos normas por cada nueva regulación aprobada. El resultado ha sido una importante reducción de las cargas legislativas que soportan las empresas y los trabajadores del país norteamericano.
Pero sería un error pensar que la regla de oro de la desregulación instaurada mediante la Orden Ejecutiva 13771 es una creación totalmente nueva del Gobierno de Donald Trump. En realidad, está inspirada en una iniciativa aprobada en 2001 en la provincia canadiense de Columbia Británica. Desde entonces, y durante los últimos 16 años, los gobiernos regionales se han visto obligados a retirar dos leyes o normas por cada nueva regulación aprobada.
De hecho, la norma canadiense en la que se inspiró el Gabinete estadounidense exige que los procesos de desregulación sean simétricos. ¿Qué quiere decir esto? En esencia, que no se pueden eliminar dos reglas de 10 o 20 páginas de extensión a cambio de crear una nueva ley mucho más exhaustiva, de 100 o 200 reglas.
Los resultados de la agenda desregulatoria desarrollada en la provincia canadiense han sido más que notables. Durante los 15 primeros años de aplicación de la regla de oro, los requisitos regulatorios han pasado de casi 350.000 a menos de 175.000, tal y como aparece reflejado en este gráfico del Mercatus Center.
El problema de la sobrerregulación está pendiente de revisión en España. Solo en materia laboral, los códigos vigentes incluyen más de 7.000 leyes, reglas y normas. Además, la falta de coordinación entre las regiones hace que territorios como Cataluña lleguen a aprobar 650.000 páginas de nuevas regulaciones en plena crisis.
*Artículo publicado originalmente en Libre Mercado.