El Instituto de Estudios Económicos, decano de los think tanks españoles, presentó recientemente un estudio sobre la igualdad de oportunidades y el progreso social en España. Dicho informe desmonta algunos de los mitos que suelen dominar las conversaciones y debates sobre esta cuestión y aboga por introducir reformas de calado en los campos del empleo y la educación.
Durante la presentación, el presidente de la entidad, Íñigo Fernández de Mesa, lanzó la siguiente reflexión: “¿Es España un país con mucha o poca movilidad social? A menudo se traslada la idea de que tenemos un sistema rígido, pero los indicadores internacionales elaborados por la OCDE o el Foro Económico Mundial muestran que esto no es cierto y estamos bien posicionados en lo tocante a la movilidad social. De modo que tenemos que revisar el discurso predominante sobre esta cuestión, porque los datos nos dicen otra cosa”.
El estudio incluye el Indicador IEE de Igualdad de Oportunidades, que combina dos enfoques: un acercamiento más tradicional a la forma de medir la movilidad social acontecida en el pasado, mediante un indicador de elasticidad intergeneracional relativa de ingresos, y otro análisis centrado en los factores que inciden sobre dicha movilidad social previsible a futuro.
Según este ranking de igualdad de oportunidades, España se sitúa en la posición 12 de las 30 economías desarrolladas analizadas, con una nota de 101,7 puntos que supera el promedio de la UE y la OCDE. Por tanto, nuestro país exhibe un buen comportamiento en cuanto a movilidad social e igualdad de oportunidades al compararlo en un contexto internacional.
Como puede verse, los países nórdicos lideran el ranking, encabezado por Dinamarca, y seguido por Noruega, Finlandia y Suecia. Paradójicamente, países como Estados Unidos, tradicionalmente considerados como una “tierra de oportunidades”, presentan, con 87,5 puntos, una calificación sensiblemente inferior a la de España. Lo mismo sucede si se compara con Alemania (85,5 puntos), Francia (84,4 puntos) o Italia (79,8 puntos).
Fernández de Mesa ligó el debate sobre la movilidad a la promoción de la libertad económica y la libertad de empresa: “La empresa es determinante en la consecución de una mayor libertad e igualdad de oportunidades, y, por tanto, del progreso social. Una mayor actividad empresarial redundará en mayores oportunidades de empleo, tanto en cantidad como en calidad, en la medida en que la empresa es el principal generador de empleo en una sociedad, lo que permitirá a aquellos individuos que sean empleados mejorar sus condiciones socioeconómicas y perseguir sus proyectos vitales. El fomento de la iniciativa empresarial incrementa las oportunidades para que un individuo, sea cual sea su origen, pueda mejorar su nivel socioeconómico, mediante el emprendimiento o el autoempleo, a través del esfuerzo por llevar a cabo buenas ideas y modelos de negocio que satisfagan las necesidades de los consumidores”.