Empiezan a conocerse los primeros informes sobre el impacto económico de la crisis del coronavirus. El denominador común de todos ellos es que anticipan una brusca caída de la producción que nos lleva a niveles dignos de una depresión. La diferencia estriba, en gran medida, en la capacidad de recuperación de nuestra economía, de lo que dependerá que la salida de la crisis tenga forma de “U” o de “V”.
Las primeras previsiones disponibles centraban el tiro en la previsión de crecimiento para el país:
- Goldman Sachs estima que la caída de la actividad económica en 2020 será del 1,3%. Teniendo en cuenta que se esperaba un crecimiento del 1,8%, hablamos de un vuelco de 3,1 puntos. Eso sí: la salida de la crisis será razonablemente rápida y permitirá que en 2021 se consolide un “rebote” en forma de “V”, que nos llevaría a un crecimiento del 4,3% durante el año venidero.
- Morgan Stanley apunta que el desplome del PIB será del 5,5%, puesto que el hundimiento de la actividad se prolongará durante al menos un trimestre. Sin embargo, la entidad considera igualmente factible el “rebote” en “V” y anticipa un crecimiento del 5,5% en 2021.
- PwC considera que la actividad económica se va a reducir un 1% durante el año en curso, frente a la previsión de aumento de la producción del 1,6% que había esbozado el gobierno el pasado mes de febrero. Esto implica una caída de 32.000 millones de euros en la producción total de 2020, equivalente a 1.750 euros por hogar.
El denominador común de estas primeras estimaciones es el planteamiento una recuperación relativamente rápida (en “V”) una vez haya pasado lo peor de la emergencia sanitaria. Sin embargo, no hay un consenso claro en la caída de la producción: Goldman Sachs y PwC creen que la recesión será del 1,3% y del 1%, respectivamente, mientras que Morgan Stanley se va al 5,5%.
Nuevas estimaciones
Con el paso de los días han aparecido nuevos esfuerzos productivos que intentan arrojar luz sobre la cuestión. José María Rotellar, plantea cuatro escenarios distintos en Expansión, dependiendo de la efectividad de las medidas de confinamiento. El supuesto más pesimista avanza un mes de confinamiento con caída cercana al 100% en la facturación de sectores como el comercio, la hostelería, el transporte o el ocio, así como un retroceso del 20% en los demás sectores. Con los datos de la Contabilidad Nacional en la mano, esto supone una corrección de 1,4 millones de empleos y una caída del 2,9% del PIB (que supone un retroceso de 4,6 puntos de PIB respecto a la previsión inicial de crecimiento para 2020). Rotellar también plantea que, en caso de darse este tipo de crisis, el impacto en el empleo acabaría con 1,4 millones de puestos de trabajo.
No obstante, Rotellar, plantea también la hipótesis de un mes de confinamiento con caídas menos drásticas de la actividad (30% en los sectores más afectados y 10% en el resto), lo que dejaría el PIB de 2020 prácticamente plano (crecimiento del 0%) y supondría una pérdida de 479.000 puestos de trabajo.
La consultora Freemarket Corporate Intelligence también ha movido ficha y ha realizado distintas simulaciones. Su modelo avanza una fuerte caída del PIB, que puede alcanzar el 5,6% en el escenario más benigno o llegar al 10,6% en el supuesto más pesimista. Todo dependerá de la duración de la gestión de la emergencia sanitaria y del efecto arrastre que tenga la caída de los sectores más afectados sobre el resto de ramas de actividad. El desempleo aumentaría en 972.000 personas, en el escenario menos perjudicial, y subiría en 1,8 millones de empleos, en el supuesto más adverso. El déficit podría irse a niveles superiores al 10% del PIB.
Igualmente reseñable es un estudio de una destacada firma de inversión cuyo equipo de análisis cobró una enorme fama tras clavar en sus informes la recuperación económica española. Esta vez, su servicio de estudios anticipa una crisis “en U”. La caída del PIB español sería del 5,7% durante el conjunto del año 2020, repartida del siguiente modo: -3% entre enero y marzo, -9,9% entre abril y junio, -5,6% entre julio y septiembre y -4,2% entre octubre y diciembre. En este escenario, el golpe asumido en la primera mitad del año se arrastra en parte al segundo semestre, deprimiendo la demanda e impidiendo una recuperación más rápida.
Por último CEPYME ha presentado un estudio elaborado por CEPREDE en el que se esboza una pérdida de empleo a corto plazo que afectaría a 300.000 personas. Sin embargo, el supuesto de partida asume que la actividad se recuperará a mediados de abril, de modo que el impacto podría ser mucho mayor si la situación se prorroga.