El Gobierno de Donald Trump ha presentado recientemente un nuevo informe sobre las medidas de desregulación y reforma normativa que ha acometido desde el arranque de su mandato. El compromiso de la Casa Blanca con estas mejoras se plasmó desde la toma de posesión del cargo presidencial, puesto que Trump aprobó ese mismo día una norma que obligaba a replegar dos regulaciones en vigor por cada nueva normativa aprobada.
En la práctica, la tarea de desregulación y reforma normativa ha sido mucho más ambiciosa de lo que planteó inicialmente el Ejecutivo, puesto que el Gobierno federal ha terminado replegando siete normas por cada nueva instancia aprobada. Este ratio de siete a uno no tiene precedentes en la OCDE y se sitúa por encima de los casos más destacados de mejora normativa, observados hasta ahora en Reino Unido o Canadá.
La Administración Trump estima que el ahorro para las familias derivado de la reducción de trabas, restricciones o prohibiciones ascenderá a 220.000 millones de dólares bajo su mandato. Los ejemplos de este abaratamiento son de lo más prácticos: comprar un coche sale ahora más barato, las recetas de farmacia se han abaratado un 10%, etcétera.
En el comunicado en el que el Gobierno federal informa de estos avances, la Administración Trump denuncia que “la sobrerregulación recae de forma desproporcionada sobre los hombros de las familias de menor renta, que gastan un mayor porcentaje de sus ingresos en sectores como los bienes y servicios sobre los que se está actuando, con ánimo de reducir su presión normativa”.
En este sentido, el asesor económico de cabecera de la Casa Blanca, Larry Kudlow, ha comparecido ante los medios para insistir en estas mejoras, denunciando que “los excesos regulatorios de los últimos años tienen un impacto en el empleo y derivan, por ejemplo, en la sustitución de trabajadores por máquinas o en el traslado de fábricas al extranjero”.
Kudlow ha apuntado que las medidas de reducción de trabas, normativas y burocracia “aumentará los ingresos reales de los estadounidenses en 53.000 millones de dólares a lo largo de las próximas décadas” y ha insistido en que “los estadounidenses no necesitamos un Gobierno de planificadores dedicado a subsidiar empleos de cuello blanco, sino un Gobierno eficiente, efectivo y liviano, que trabaje para que todos los trabajadores tengan más oportunidades”.